Mitos y Realidades.
Lo primero que es necesario aclarar es que la hipnosis terapeútica no es la hipnosis de escenario. La hipnosis de estpectáculo pretende ser un entretenimiento, de modo que centra en conseguir que la gente haga cosas graciosas, no en la sanación.
El segundo malentendido común es una supuesta pérdida de control. La gente teme revelar secretos profundos y oscuros, o hacer cosas contra su voluntad. En realidad hay que estar dispuesto a ser hipnotizado "para ser hipnotizado" Todo organismo tiende a protegerse a si mismo y este sistema innato de protección no desaparece con el trance.
Otro error es creer que los sujetos que pueden ser hipnotizados, son los sujetos sugestionables y que ser sugestionable es malo. La sugestionabilidad no es credulidad. De hecho existe una correlación positiva entre el Cociente de la Inteligencia (C.I) y la capacidad para ser hipnotizados: cuanto mayor es el C.I., más susceptibilidad de ser hipnotizado es uno.
El trabajo de trance hipnótico es definitivamente algo maravilloso. Es algo que ha estado con la humanidad desde los inicios de la historia y, sin duda, desde mucho antes. La hipnosis utiliza nuestra capacidad básica para ir hacia adentro, entrando en un vasto reino interior de posibilidades, para encontrar ideas nuevas, respuestas esenciales, para hacer cambios de comportamiento y mucho más. El mundo del trance es un gran cielo que está dentro de nosotros mismos, alli donde generalmente soñamos con aquello en lo que se convertirá nuestra vida.
Uno de los mitos más comunes es pensar que la hipnosis es un fenómeno excepcional y que los hipnoterapistas o hipnotizadores son personas poseedoras de un poder especial. Sin embargo, la hipnosis forma parte de nuestra existencia desde el nacimiento, desde las primeras caricias y palabras arrulladoras de nuestra madre.
Todos hemos sido hipnozados alguna vez sin ser conscientes de ello. En general, cuando una persona se pone frente a la pantalla del televisor, cae en una especie de trance habitual y cotidiano.